Segundo día del Simposio Internacional de Lechería de la Sociedad Rural de Rafaela, mirando más allá de la realidad vigente, para poner énfasis en las tendencias que marca el mercado global.
Dedicando la segunda jornada de este encuentro virtual y gratuito a las tendencias globales y al cambio climático, se atravesó un interesante jueves en el II Seminario Internacional de Lechería organizado por la Sociedad Rural de Rafaela, que concluirá mañana con paneles políticos, de la producción y sobre mercados.
La actividad cuenta con el apoyo de Confederaciones Rurales Argentinas, de la Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe y el acompañamiento del Ministerio de Agricultura de la Nación, del Ministerio de la Producción del Gobierno de Santa Fe, Semex Genetics for life y SanCor Seguros.
Quienes quieran participar este viernes aún pueden inscribirse en el siguiente link https://bit.ly/leche2 para luego disfrutar de la actividad online a través de la plataforma Eventum.
Bienestar animal
Dra. en medicina y tecnología veterinaria, Elena de Torres, de la Universidad de la República donde también es docente de cursos y programas de postgrado, tomó para su exposición al bienestar animal como un eje, avanzando sobre el concepto de sostenibilidad que alude a poder hacer cosas en el presente que no perjudiquen al futuro. La tarea en el tambo y contemplando al bienestar animal se pueden tomar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para conseguirlo y sostenerlo.
Si se tiene en cuenta el primer objetivo de “No pobreza”, los animales pueden proporcionar alimentos inocuos y de calidad, oportunidades de comercio y promoción del ecoturismo. El segundo ODS propuestos por la ONU, para conseguir erradicar el hambre, las prácticas adecuadas de bienestar animal se puede lograr un equilibrio entre prácticas agrícolas sostenibles y la mejora de la seguridad alimentaria.
El tercer objetivo, de salud y bienestar, genera un concepto de ecosistemas interconectados, que a partir de las buenas prácticas permitirá mitigar enfermedades zoonóticas.
La sostenibilidad debe medirse en cuanto a las dimensiones, social, económica y ambiental, todo tiene relación con el bienestar animal.
Con la tendencia de disminución en los establecimientos lecheros, que es una tendencia global, la productividad se muestra en alza, al igual que se suma la carga en los establecimientos lecheros. Hay mayor generación de efluentes en las áreas de concentración de los animales, por lo tanto se debería poner el foco en la gestión de los residuos, con un mayor mantenimiento e inversión en este tipo de trabajos, para bajar incluso los problemas sanitarios, entre otros.
La afectación de la producción de leche y sus sólidos tienen relación directa con el manejo en cada sistema, donde los efluentes son el principal problema a atender.
“El aumento en la produción por vacas en ordeño, va de la mano con la suceptibilidad de animales enfermos, por la mayor exigencia metabólica”, en tanto la mejora genética para la mayor producción de sólidos, genera una tendencia a más casos de mastitis.
Se deben atender los ambientes donde están los animales, en mantenimiento, pero también en el tiempo de descanso de los rodeos.
El estrés calórico es una caso especial, ya que se tienen que brindar alternativas por sobre los 25 grados centígrados, con sombra, agua y ventilación de forma accesible.
Armonizar animales, personas y ambiente es lo único que brinda bienestar, agregando instalaciones adecuadas, sistema, forma de trabajo, para generar mejores productos, menos urbanización y mejores condiciones de trabajo. Tiene que haber una dimensión humana del bienestar animal, donde el trato debe ser el adecuado a los derechos de los animales.
El bienestar animal tiene un valor agregado en el comercio internacional. Esto se garantiza cuando se tiene la libertad de hambre y sed, libertad de incomodidad y molestias, libertad de miedo y sufrimiento, libertad para expresar el comportamiento normal y libertad de dolor, lesiones y enfermedades.
Tambo y ambiente
También desde Uruguay, el Ing. Agr. PhD. Santiago Fariña, que dirige el Programa Nacional de Investigación en Producción de leche del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA Uruguay) planteó la siguiente inquietud, “Una lechería que cuida el medio ambiente… ¿es posible?”.
Por exigencia o motivación se puede llegar a esto.
En el mundo ya hay reglamentaciones para avanzar en los manejos de los rodeos, del agua, de las estrategias de trabajo, esto pasa en Nueva Zelandia, pero también aplica a normativa que se adapta en Uruguay donde existe un sistema de manejo de suelo, para controlar la erosión del sustrato.
Los incentivos para trabajar en esto puede ser un precio diferencial para la materia prima que atienda al ambiente, como es el caso de Friesland Campina en los Países Bajos que abona diferenciales para quienes tienen a las vacas en pastoreo durante el 33 por ciento, algo que es mucho más bajo que los sistemas que se utilizan tradiconalemente en Argentina o Uruguay.
Con productos de valor diferencial, las certificaciones sirven para vincularse de otra manera con los consumidores, que no podrán reemplazar nunca a los lácteos por otros productos, pero que deben encontrar a los tamberos y las industrias bien plantadas en la defensa del medio donde se desarrollan.
Tener un ambiente cada vez mejor, debe asegurar una reducción de gases de efecto invernadero, agua de calidad y suelo con calidad física, química y biológica.
“Nuestra motivación es tener un mejor lugar para nosotros, nuestras familias y nuestros equipos”, además de generar una sostenibilidad del sistema que vincule a los social, al ambiente y la economía con una mirada más amigable. En un trabajo de sostenibilidad en el que intervienen 11 países se destaca la tarea vinculada a la mejora de la productividad forrajera, “como un motor de crecimiento sostenible, con impacto positivo en lo social y no negativo en lo ambiental”.
En Uruguay trabajan en el seguimiento de sistemas pastoriles que terminan siendo más rentable que los otros, logrando reducir costos y generando beneficios en lo económico y ambiental.
“A medida que aumenta el nitrógeno que entra al sistema, el 83 por ciento queda, sólo el 17 por ciento se transforma en leche y se puede exportar. Eso es un riesgo potencial mayor, sin embargo la buena noticia es que Uruguay y Argentina están lejos de los valores de Holanda, Alemania”, apuntó.
Lo que Fariña remarca es que lo importante es cómo se manejan los excesos de nutrientes, el manejo de los sistemas puede ayudar a partir del diseño de los mismos, con la estacionalidad de las pariciones, con mayor presión hacia la primavera y el inicio del verano.
“El sistema de gestión de efluentes ya está fuera de discusión” sentenció, ya que las unidades productivas deben tener ya avances en el tratamiento y reutilización de sólidos y líquidos.
En cuanto a algunos planteos sobre la transición agroecológica, se entiende que “en lugar de reducir la cantidad de agroquímicos de un día para el otro, lo que lleva ese proceso es el de reducir las necesidades de esos insumos. Las estrategias tienen que ver con generar pasturas más largas, aumentar el reciclaje de nutrientes, mejorar la biodiversidad cuidando las especies, mejorar la calidad del suelo y cuestiones sociales de bienestar familiar”.
La lechería que cuida el medio ambiente es la que será competitiva, empezando a trabajar por las motivaciones entre los mercados, la mejora de la vida de las familias que están en el tambo, mejorando el ambiente, con gestión de efluentes, autosuficiencia con una base forrajera más estable con menor dependencia de insumos y la reutilización de nutrientes.
“En el futuro van a pesar fuerte el ciclo de carbono y la biodiversidad, son cosas que hay que empezar a entender”, concluyó.
Eficiencia
Como último expositor del jueves, el Ing. Agr. Marcelo Catalá, que tiene un posgrado en Produción Lechera, con experiencia laboral en nuestro país y América Latina y Oceanía; y que hace 38 años que plnaifica instalaciones de ordeño y tambos, hablará sobre la “búsqueda de la eficiencia en el ordeño, la importancia de la información”.
Con indicios de ordeño desde hace hace más de tres mil años, la actividad tuvo puntos de inflección. En 1878 Gustav De Laval inventó la descremadora, en 1918 se consiguió el primer equipo de ordeño por pulsado. Para 1930 se ideó el primer tambo rotativo.
Siempre se tendió a la simplificación de la tarea. Por eso en 1978 se inició la identificación de animales para sistemas de gerenciamiento que se fueron complejizando. Con sistemas robóticos desde 1988, no sólo se mejora el bienestar animal, sino que se optimiza al recurso humano, favoreciendo la incorporación de tecnología, la velocidad de ordeño.
Incorporando medidores de células somáticas en los robots, ahora se cuenta con laboratorios en línea en estas máquinas que siguen con la tendencia marca tambos cada vez más grandes y más eficientes, con cambios en el manejo, en la alimentación, que se combina con el manejo diferencial a través de la genómica.
Desde 2007 los sensores se popularizan y quienes generan más información tienen mayor poder para tomar decisiones.
Quien trabaja de manera directa con los animales siempre tiene más información, por eso quienes gerencian si lo hacen con sistemas automatizados tendrán la posibilidad de decidir en función de una lechería de precisión.
En un tambo tradicional de unas 150 vacas en ordeño se producen unos 40 datos por día, pero si se agregan medidores automáticos de leche, esos datos serán 10 por vaca, por ordeño, que resultan en 91 mil datos por mes.
Transformar los datos en información es lo que permitirá tomar decisiones acertadas.
Actualmente “pasamos de una limitación de poder medir, a una limitante de poder analizar la información que estamos recibiendo”.
Los sistemas de control de ordeño permiten simplificar el manejo de vacas enfermas, que impacta en una aplicación para celulares, a partir de la cual se la identifica, se avanza sobre la medicación necesaria, e incluso se ofrece el plazo en el que la leche se puede volver a entregar a las industrias. Estas acciones permiten recuperar a los animales más rápido, con ahorros en costos de tratamiento del 20 a 30 por ciento.
En los sistemas de gerenciamiento que ofrece De Laval también se pueden analizar las rutinas de ordeño, donde por grupos tiene identificación de cada animal, para poder organizar de mejor manera la fosa y el ordeño, reconsiderando grupos para agilizar las rutinas.
El aparte tradicional de vacas a la salida de la sala de ordeño, estresa a los animales y esto se reduce con las puertas de aparte según las necesidades, por cambio de lote, por tratamientos, siendo fundamental para tambos grandes, donde más se diluyen los costos de este tipo de inversiones.
“Un tambo que se maneja de manera eficiente y que incorpora este tipo de alternativas pueden generar mejores plazos de repago”, destacó Catalá, ya que se permite aumentar el rendimiento de las instalaciones, mejores estímulos de ordeño menos tiempo de los trabajadores en la tarea, mejor calidad de ordeño, mayor producción del rodeo y menor proporción de trabajo para el equipo en la fosa.
Existen distintos niveles de adopción y uso de tecnología en el tambo, a partir de diferentes sensores para captura automática o manual, desde sensores de actividad, balanzas de paso, puertas de aparte, los puntos de control de ordeño, medidores de leche, medidores de células somáticas, cámaras de score corporal, todo genera información disponible en computadoras o displays en la sala de ordeño, pero también todo el equipo de trabajo a través de los smartphones.
Si bien hay varios sistemas, se pueden integrar los programas y uniformar los datos disponibles. A esto se añaden los programas predictivos, para adelantarse a enfermedades dentro de un rodeo.
Contar con programas como Delpro, permite ordenar los rodeos, gestionar individualidades, organizar información, tener reportes automáticos.
La lechería debe trabajar para atraer a las nuevas generaciones a la tarea, para que el tambo “no sea una especie en extinción”. Con más precisión gracias a la tecnología que es un recurso se simplifica cada vez más el trabajo de las personas.
Sin embargo, Latinoamérica es una de las regiones con menos adopción de tecnología, a pesar del mayor potencial productivo.
El proceso de concentración de tambos requiere administraciones más rentables, para sostener la actividad. Catalá entiende que la simplificación del trabajo no debe reemplazar a las personas con la tecnología, sino que se deben ajustar a mejores usos y dimensiones de cada tambo.