En este momento estás viendo II Encuentro de la agenda científica. «No hay casos demostrados de cáncer producidos por glifosato» .

II Encuentro de la agenda científica. «No hay casos demostrados de cáncer producidos por glifosato» .

Es una de las conclusiones que se expusieron este viernes en la segunda charla de la “Agenda Científica” de la SRR ante el Concejo Municipal. 

Continuando con el ciclo de charlas presentadas por la Sociedad Rural de Rafaela denominado Agenda Científica que se ofrece al Concejo Municipal, se desarrolló el segundo encuentro bajo la premisa “Salud humana y ambiente”. 

Ver la charla completa click en la pantalla.

Camino al debate sobre posibles modificaciones en la ordenanza de fitosanitarios, ante el cuerpo legislativo, se aportaron datos con base científica.  

Luego de las presentaciones que se detallan a continuación, los ediles expusieron sus dudas a las especialistas.  

La Dra. Susana García afirmó que “no hay un solo caso de linfoma no Hodkin en el mundo que pueda asociarse con la exposición al glifosato. No hay un solo caso de cualquier cáncer que uno pueda decir que lo produjo el glifosato”.  

“En las miles y miles de publicaciones analizadas en comités de expertos, sólo la IARC dijo que le alcanzaba para pensar que el glifosato era un probable cancerígeno, como advertencia de minimizar las exposiciones”, a partir de las conclusiones del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, de la Organización Mundial de la Salud. 

Dra. Alejandra Ricca 

La doctora en Ciencias Biológicas, Magister en Ciencias y Tecnología, investigadora de INTA de la Estación Experimental Agropecuaria del Area Metropolitana de Buenos Aires es experta en contaminantes químicos, comenzó hablando del desafío de inocuidad que tienen de manera constante los alimentos. 

En 2009, a partir del Decreto 21, se creó la Comisión Nacional de Investigación sobre Agroquímicos, de la cual formó parte para generar información, datos fehacientes para poder concluir sobre el glifosato y la incidencia sobre la salud humana, entre otros productos como el endosulfan que a partir de esto fue prohibido. 

Luego se avanzó en un informe sobre el uso de plaguicidas para la producción de alimentos y en todos los casos se concluyó que es muy poca la evidencia científica nacional o internacional para poder considerar, por falta de objetividad y la falta de rigurosidad en las mediciones para las conclusiones.  

Se debe avanzar más aún en los análisis de riesgo en las diferentes cadenas, desde la producción primaria, cosecha, post-cosecha, producción, procesos, almacenamiento, transporte y logística. “Los agroquímicos son una temática de abordaje global y requieren un trabajo conjunto”, ya que también se analizó el residuo en los alimentos según el tipo de cadena. 

Teniendo en cuenta la importancia de las Buenas Prácticas Agrícolas obligatorias para la producción, para prevenir peligros microbiológicos físicos y químicos, se debe entender que al hablar de producción orgánica tiene un proceso de certificación del suelo, el agua, los productos, sin aplicación de compuestos químicos. “Respecto a la certificación agroecológica se está trabajando con Senasa para la certificación”, usándose sustancias que no están analizadas claramente en el impacto sobre los cultivos, por lo tanto no hay que hablar de peligro químico, sino también de riesgos biológicos. 

Se debe apuntar a una trabajo amigable con el medioambiente, los productores y trabajadores y el consumidor en general. 

Los residuos en los cultivos son los restos de plaguicidas y fármacos, según la FAO, interviniendo también algunos componentes orgánicos que pueden ser peligrosos por la concentración máxima en los alimentos en relación a la ingesta diaria. 

“Los residuos de fitosanitarios en alimentos no alcanzan niveles tóxicos para producir sintomatología”, dijo Ricca agregando que “la ingesta accidental directa del agroquímico en grandes dosis es la principal causa de intoxicación aguda”. 

Para ver el impacto de un producto sobre un alimento, se deben realizar análisis en el laboratorio, verificados con ensayos a campo, con un muestreo estadísticamente representativo. 

El sector de frutas y hortalizas es el más vulnerable por la cantidad y tipo de fitosanitarios utilizados, no siendo menor el segmento de domisanitarios por la dispersión que tienen a lo largo del tiempo. 

Riesgo no es sinónimo de peligro, implicando que las nuevas tecnologías de producción mejoran la precisión y exactitud de producción que deberían abarcar a todos los productores para reducir la cantidad de fitosanitarios y aplicaciones. Existen las capacidades técnicas y tecnológicas para los controles que abarquen recetas agropecuarias y material de protección. 

Es necesario incorporar educación sanitaria, alimentaria y ambiental, para que la soberanía alimentaria esté resguardada por la seguridad nutricional y el derecho a la alimentación. Debe fortalecerse el vínculo con anclaje territorial y basado en evidencia científica. 

Dra. Edda Villaamil Lepori  

Como PhD en Toxicología es profesora de la UBA, asesora de ACUMAR, socia activa honorífica y miembro del Consejo Científico Asesor del International Life Sciences Institute (ILSI) de Argentina explicó que la problemática de los fitosanitarios se basa en el uso de grandes cantidades, sobre todo de herbicidas.  

Para que exista un efecto adverso es necesario que haya exposición y que la sustancia esté en la concentración adecuada. De haber una menor dosis, no hay alteraciones en la salud. 

Se explicó que las trazas son cantidades muy pequeñas de un componente o producto. Del mismo modo, al decir que personas o alimentos contienen agroquímicos se hace referencia a que fueron detectados por instrumental específico y preciso, pero bajo ningún concepto se relaciona esto con efectos tóxicos sin otras informaciones adicionales. 

Los toxicólogos se manejan con valores de referencia o guía que son valores medios en sangre u orina en relación a una región clínicamente sana. Los valores superiores indican una exposición superior a la media de la población, sin significar enfermedad o patología. 

Es escaso el número de publicaciones que informan cantidades de agroquímicos en aguas de consumo o medios biológicos, no se indican concentraciones, sólo se reportan presencias y en niveles de trazas. 

En un estudio encabezado por la UBA durante 2018, se abarcaron dos regiones, Pergamino y Bragado-Chivilcoy, con uso tradicional de agroquímicos en la primera y con recomendaciones de Aapresid en la segunda. Se segmentó la población urbana y la rural, con un grado de exposición levemente mayor en el segundo de los dos casos, sin diferencias entre la población urbana y la rural. 

Los análisis de sangre tuvieron bajos porcentajes de muestras con agroquímicos, excepto en el endosulfán ya prohibido; y alguna presencia de trazas con valores por debajo del promedio guía. Respecto al glifosato se investigó en agua de bebida y con 29 muestras no se encontró el producto. Se entiende que hay una baja exposición de la población humana a fitosanitarios. 

En los casos que a veces se citan como referencia para la exposición a fitosanitarios, cabe destacar que las concentraciones de producto a las que se expusieron a algunas especies en los estudios superan en miles de veces lo que sucede en la realidad y en casos humanos no se contemplan otros factores. Hay otros trabajos con errores metodológicos que hacen fallidas a sus conclusiones. 

Reiterando que sin exposición es imposible un efecto adverso, Villaamil remarcó que se citan múltiples enfermedades pero se culpa a un solo agroquímico, entendiendo que cada sustancia en determinadas dosis no pueden generar diferentes malformaciones o cánceres. 

Hay que tener en cuenta que “los agroquímicos son más estudiados que los fármacos”, antes de su aprobación, tanto en Argentina como en el mundo y ante la menor duda no prosperan. 

Cabe preguntar a qué estamos más expuestos si la IARC consideró como probablemente cancerígenos al glifosato, pero también a los alimentos procesados y las carnes rojas. “Es una pregunta que aún no tiene respuesta”, concluyó. 

Dra. Susana García 

Siendo Magister en Toxicología y también integrante de la Comisión Nacional de Investigación sobre Agroquímicos desde el año 2009, explicó que a partir de noticias sobre impactos en la salud poblacional se generaron capacitaciones sobre la carga de enfermedad que se hacía evidente desde la notificación que los servicios de salud al Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud, ya que las intoxicaciones con plaguicidas son de información obligatoria. 

Entre 2005 y 2010 se habían notificado sólo 16 intoxicaciones con plaguicidas de uso rural y no más de 30 con los de uso doméstico.  

En 2009 se le pidió a la Universidad Nacional del Litoral, desde la Comisión, que comparara un quinquenio de la década del ´90 con uno de la de 2000, sobre la mortalidad de los menores de un año por malformaciones congénitas, por la mayor certeza de las causas que se pueden tener. “No hay señal que esto tenga relación con áreas implantadas con mayor uso de plaguicidas”. Lo mismo se hizo con los casos registrados de tumores por el ROHA del Ministerio de Salud en adolescentes de hasta 16 años, que no tiene una relación con el aumento del área agrícola implantada, siguiendo por debajo de los casos esperados por los registros internacionales. 

Tomando estadísticas de 2018-2019, sin considerar a 2020 por el aislamiento, en la provincia de Santa Fe tiene 11 intoxicaciones sospechosas y cinco confirmadas en 2018, mientras que hubo tres sospechosas en 2019 y ninguna confirmada. 

Hoy la evidencia con la que contamos en enfermedades producidas por plaguicidas no están mostrando que se trate de un problema de salud pública importante”, aseguró García. 

En 2015 la Agencia internacional de Investigación del Cáncer decidió empezar a evaluar plaguicidas. En la primera tanda estuvo el glifosato, incluido en el Grupo 2A, probablemente cancerígenos que los que tienen una evidencia en humanos limitada siendo que las personas más expuestas tendrían mayor posibilidad de tener algunos tipos de cáncer, aunque son pocos los estudios y números de casos para determinarlo, sin embargo la evidencia en animales es suficiente para la categorización. 

La Agencia Federal Alemana había definido al glifosato como improbable como causal del cáncer. En 2017, la Agencia Europea de Sustancias Químicas destacó la alta irratibilidad del glifosato, tóxico para organismos acuáticos, pero no hay evidencia disponible para clasificarlo como una sustancia carcinógena, mutagénica, reprotóxica y será en 2022 cuando se vuelva a evaluar en el continente. 

El grupo de evaluación de residuos de plaguicidas de la FAO y ONU, expresaron también que el glifosato es un improbable cancerígeno en 2016, confirmando estudios anteriores y con la base de la IARC. Sigue estando el glifosato en el último grupo de toxicidad aguda. 

La especialista citó ejemplos de estudios que se hacen con regularidad en Estados Unidos donde sólo en un caso se hallaron algunos indicios de relación en trabajadores rurales del carcinoma de células renales con cuatro herbicidas y dos insecticidas. 

Advirtió también que es en los cinturones verdes de ciudades como La Plata, Córdoba o Gaiman donde hay una mayor exposición a fitosanitarios y este tema no se atiende como corresponde ante los trabajadores.